domingo, 2 de agosto de 2009

Sexo en la adolescencia

En las últimas semanas, se ha desatado toda una alharaca moralista en torno a estudiantes con vida sexual activa. Vaya descubrimiento. En Panamá, al igual que en gran parte del mundo occidental, un 20% de los embarazos ocurre en adolescentes y más del 50% de niños y niñas menores de 18 años ha tenido experiencias sexuales, comenzando tan tempranamente como desde los 10-11 años de edad. Esto lo vemos frecuentemente en los hospitales públicos, motivo por el cual mi asombro se desvaneció hace ya tiempo. Lo que realmente debe preocuparnos es la aterradora escasez de conocimientos sobre enfermedades de transmisión sexual y estrategias preventivas que tiene esta juventud. ¿Cómo pretender que nuestros jóvenes sean responsables si la educación sexual que ofrece nuestro sistema educativo no ha mejorado significativamente en décadas? Las simplistas enseñanzas están exclusivamente enfocadas a hablar de abstinencia (concepción moralista) y de las partes del aparato genital (concepción genital) que de las relaciones amorosas, el placer sexual, el descubrimiento de zonas erógenas, las variantes copulativas, las enfermedades contagiosas, el uso apropiado del profiláctico, la negociación por sexo seguro, la estimulación sin penetración, las distintas técnicas anticonceptivas, las pastillas del día siguiente, la peligrosidad de abortos clandestinos, etc. Es probable que ni siquiera los maestros, mucho menos los puristas de apariencia, conozcan las pericias pedagógicas óptimas para impartir dichos conocimientos desde perspectivas antropológicas y sicológicas, de forma seria, científica, sin morbos ni amenazas. El éxito del aprendizaje, además, no se logra con clases esporádicas dentro de cursos de biología. Hace falta la creación de una asignatura específica que forme parte de los créditos anuales, iniciada durante la escolaridad primaria.¿Resuelve algo el sacar a adolescentes embarazadas de las aulas diurnas? Para nada. Aparte de atentar con la educación de calidad a que tienen derecho todos los jóvenes, esta medida representa un contraproducente y perverso maquillaje de la realidad. Resulta pernicioso tratar de ocultar lo que sucede en la vida cotidiana. ¿Cómo pretender que los estudiantes no sufran prurito genital si las novelas televisivas, los comerciales para mejorar ratings, el internet, los medios escritos, los amigos del vecindario y los diálogos en chats cibernéticos están plagados de mensajes eróticos que contradicen los estériles discursos moralistas de adultos, ahora rezagados de época, pero que fueron igualmente curiosos y rebeldes durante sus años mozos. El adolescente persigue lo desconocido, se excita con lo prohibido y se enloquece con lo riesgoso. Cuanto más les escondamos información o los llenemos de sermones, más tentaciones impregnarán sus mentes. Seguramente, los varones de mi generación recordarán los ritos de iniciación y las excursiones, a la Gruta Azul o al Palma Soriano, para perder la virginidad, organizadas por los compañeros más experimentados. Afortunadamente, antes no había sida y las consecuencias de esta ingenuidad eran generalmente autolimitadas o tratables con penicilina. ¿Deben nuestros jóvenes seguir aprendiendo de sus ignorantes pares etarios?Cansa cada vez que se oyen voces argumentando la pérdida de valores para definir las modas cambiantes en el tema de la sexualidad. ¿A qué valores se refieren? ¿Por qué sus valores son los mejores o los exclusivos que deben prevalecer? ¿Por qué tienen que inculcar sus proyectos de vida a los demás? Mientras ellos continúan predicando conceptos herméticos de moral única, las páginas pornográficas son las más visitadas de la red, la viagra es uno de los fármacos más comprados a nivel mundial, los moteles de ocasión son los negocios más taquilleros que existen, los clubes nocturnos incrementan frecuentemente su reclutamiento de vedettes y la infidelidad conyugal, masculina o femenina, es proporcionalmente más común que la lealtad amorosa a la pareja. Ya no nos acordamos que un gran porcentaje de los adultos panameños se dejó también seducir por la época del rock y la revolución sexual de la era peace and love. Dejemos la hipocresía y busquemos soluciones inteligentes, sin satanizar el sexo ni castigar las calenturas hormonales de los jóvenes. Sólo así los adolescentes podrán confiar en los consejos de padres y maestros.El tema de los adultos que tienen relaciones sexuales con menores es harina de otro costal. Los proxenetas, pederastas, pedófilos y los que obtienen favores sexuales de niños y niñas por poder o dinero, así tengan sotana, estetoscopio, placa policial, pupitre magisterial o curul político, deben estar en la cárcel, purgando penas mucho más prolongadas que las curiosamente asignadas al abigeato. Es una aberración intentar separar de clases a una inocente criatura embarazada y mantener en su profesión, por repugnantes artimañas jurídicas, a un abogado que provocó la muerte de un matrimonio y eludió la obligatoria determinación de la alcoholemia sanguínea que valoraría su potencial culpabilidad.
Colaboracion: Entornointeligente.com

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